No catalogada, nº 1 |
Regalo de Gloria
Esta huevera me la hizo Gloria, mi hija, y a mi me dio mucha ternura y le agradecí mucho el detalle, pero no quise "catalogarla" como una huevera normal, porque ¡para que nos vamos a engañar! muy normal no es que sea. Como años después ella llevaba el blog "Una huevera al día", aprovechó la ocasión y, a través de un conmovedor escrito, me hizo algunos reproches (¡iba a decir "velados"!) por haber sido tan inflexible y dura con ella... No se daba cuenta que yo también le estaba regalando algo: un ejemplo de sinceridad. (Espero que cuele). Esto es lo que escribió:
"El mayor problema al que se enfrentan los coleccionistas de hueveras es dilucidar si un objeto determinado es o no es una huevera, ya que existen numerosos objetos que, a pesar de parecerse, según cómo, a una huevera, resulta que no lo son, sino que son candelabros, copas de pequeño tamaño, piezas de mera función decorativa, o cualquier otra cosa.
La conocida como "prueba del huevo", que consiste en intentar colocar un huevo sobre le huevera y observar si se sostiene, ayuda a apartar determinados objetos susceptibles
de ser considerados hueveras que en realidad nunca lo fueron, pero dista de ser concluyente, ya que los huevos pueden ser sostenidos también por muchos otros objetos, sin que ello les convierta en hueveras de verdad.
Además, hay que tener en cuenta que el tamaño de los huevos es variable, por lo que, para que la "prueba del huevo" tuviera algún valor científico, habría que llevarla a cabo con casi infinitos huevos. Ante tanta incertidumbre, los coleccionistas suelen acabar confiando en su intuición, que en general imponen ante los críticos, argumentando que, total, la colección es suya.
La presente huevera, que sí que es una huevera según su autora, ggf, no llega a serlo en opinión de mjfuster, quien subraya que no hay manera de colocar un huevo sobre la misma, demostrando así una firmeza dogmática casi inexplicable, si se tiene en cuenta que ggf es su propia hija y que la pobre se tomó la molestia de hacerle dicha huevera de barro a mano cuando tenía tan solo seis años, durante un cursillo de manualidades, y que la modeló sin duda con mucho amor, por no hablar de la ilusión que le debía hacer esperar a que se secara, para regalársela a su madre, quien, se insiste, a pesar de que la huevera conserva las huellas de las por entonces minúsculas manitas de su hija, y refleja con sus grietas la tristeza que iba a inundar su corazón, se negó desde un primer momento y hasta hoy en día a considerarla una huevera de verdad".
Gloria me la regaló en el año 1981.
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