Regalos y recuerdos...

Muchas de las hueveras que componen mi colección me las han regalado. Para tener un recuerdo de cada uno de esos presentes y, sobre todo, de las personas que tan generosamente me las han ofrecido, quiero dejar constancia aquí de mi agradecimiento.
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sábado, 2 de agosto de 2014

De París

Nº 6.372


Regalo de DANIEL

Es una huevera muy original y dificil de describir. El cuerpo, con un borde superior ancho y saliente, va montado sobre cuatro ruedas, que funcionan estupendamente. En el cuerpo, que representa una cara de un pollito, se ven dos ojos azules, un pico y una imitación de un bigote. En el lado izquierdo lleva una anilla fija, que sirve para mantener en posición vertical  una cucharilla, rematada por un pequeño martillo que puede usarse para romper la cáscara del huevo pasado por agua. Esta pieza está fabricada en plástico y metal.
Es una creación de "Crea-Crea" para la marca francesa Pylones. Este modelo no tiene ningún nombre especial, sino que se designa como "Cocotte. Jaune". También existe la denominación rojo, azul, verde, hasta seis colores distintos, para referirse a otros tantos modelos diferentes.
Daniel la compró en París en mayo del 2012.

martes, 22 de julio de 2014

De Madrid



Regalo de Daniel


Nº 6.362
Mi hijo compró este artilugio bastante revolucionario en Madrid, aunque está fabricado en Alemania por la firma TROIKA. En principio, podríamos describirla como una huevera sobre ruedas, que alcanza gran velocidad ella sola, gracias al movimiento de fricción "retro" utilizado para los juguetes de movimiento sin pilas: les das un poco para atrás y salen disparados para adelante.
Como bien explica el folleto que acompaña a esta pieza, presentada en una elegante caja de cartón negra, a pesar de que la función de las hueveras es precisamente que no se muevan los huevos para poder comerlos tranquilamente, en este caso se propone lo contrario, poner un poco de velocidad sobre la mesa.
Y ¿por qué? en el mismo texto se explica que lo que se pretende es poner de buen humor a las personas que por las mañanas no lo están, y también complacer a los amantes de Fórmula I.
Mi nieto Jean ha hecho una interpretación muy personal de la utilización de esta huevera-bólido, y le encanta mandarla a toda velocidad por el suelo del salón, por lo que suele acabar impactada contra la pata de una silla, una puerta o perdida debajo del sofá. Afortunadamente, tiene el buen tino de jugar con ella sola, sin el huevo pasado por agua.